lunes, 8 de marzo de 2010

12 RELATO LLANURAS CALIDAS

El sol emergía despertando poco a poco al pastizal, pequeños grupos de árboles le daban sombra a alguna yarará dormida.
Entre las cañas del techo se colaba el sol iluminando el rancho. Estaba sola, su marido había viajado para comprar las primeras tropas de hacienda. Mientras se vestía escuchaba el canto del boyero.
Ella y el boyero se preparaban para una jornada de trabajo.
Con el rodete ajustado para que le entrara el sombrero, la camisa de mangas largas conservando blanca la piel y las botas debajo de la pollera, se cargaba el Winchester al hombro y montando al Doble Corazón, (junto con el boyero) salía a recorrer el campo.
En un tranquilo atardecer, saliendo de un islote de churquis, se encontró de frente con un gato montés. Se miraron fijo y, según el boyero, ella habló con el enorme gato y no necesitó usar el arma.
Barbarita había estudiado en un colegio suizo donde, como deporte, se practicaba tiro al blanco.
Había ganado varios campeonatos, por eso el marido invitaba a los vecinos a concursar con ella para que les ganara, demostrando así su fuerza defensiva. (El boyero le alcanzaba las balas.
El trabajo era mucho y la soledad, infinita. A lo lejos se oían las carretas que venían de Tucumán.
Las noches se estiraban amodorradas de prudencia y brillos de luna y las lechuzas cortaban el aire con sus chistidos.
Y todas las mañanas, el boyero cantaba.

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