No ocultes tu cuerpo, niña del recelo
no disimules tus formas bajo un grueso velo
no guardes tu espiga que ya sopla el viento
Deja que se encuentren nuestros cuerpos
choquen, se entrelacen y perezcan.
Deja que se fundan bajo el fuego
que forja el Amor y no el solo deseo
que se hagan uno solo; yo anhelo.
Y en el acto amoroso, cincelar yo quiero
en tu vientre receptivo y puro
un hijo que tomará lo mejor tuyo y mio,
tendrá un poco de tu pelo y mi pelo
tu corazón y el mio en uno solo fundido;
cantará tu voz y la mía en un son,
risa cantarina de niño juguetón.
Andará por el mundo, confiado como en casa
ayudando con sus manos a curar el sufrir
de nuestra raza;
y Dios infundirá en él su divino aliento
para que pueda lanzar un fuerte grito
de Amor Justicia a los cuatro vientos.
A María de Lourdes en espera de que
juntos formemos un ser que viva por el Amor.
lunes, 8 de marzo de 2010
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