lunes, 8 de marzo de 2010

1 RELATO LA MAMA ELENA

La “mama Elena” como cada atardecer riega las plantas, le encanta hacerlo porque el jardín la hace relajarse después del trabajo diario. Medita en cómo hizo para llegar a tener una vida tan aburrida, con esos largos días que no terminan nunca. Ya nada la emociona, nada le complace, nada la alegra, entristecida mira hacia la nada infinita de sus pensamientos. Su mirada se encuentra con el chorro de agua que cae al suelo hiriendo la tierra que circunda el jardín de aquella casa tan amada. Hoy cumple 70 años y nadie le ha saludado. Llegó al lugar de la mano de su tía María con apenas quince años. Desde esa época ella hace todo en ese hogar.
Elena, mira su reloj y preocupada corre a la casa. Aún falta para que regresen de la playa. Ella sabe que pronto toda la familia se reunirá en el comedor. La cena está lista, sólo espera que todos lleguen al lugar para servir, como todos los días durante 55 años.
Es verano, y las tardes son largas, lánguidas y tediosas. Ella desde la cocina vislumbra una punta de luz rojiza que deja caer un haz de luz sobre la mesa del planchado. Corre de un lado a otro. Se preocupa de todos los detalles mientras prepara las meriendas para todos los que viven en aquella casa, “su casa” como ella la llama. Al rato empiezan a llegar los hijos de los dueños de casa, “sus niños” dice con la certeza que así es. Claro ; ellos hoy son hombres y mujeres que han formado sus propias familias. Los crío desde que eran unos recién nacidos. Los cuidó como “sus bebes”. Como no los va a querer si ella se desveló por cada uno de ellos. Cómo no los va a amar si ella les cuidó los resfríos, los dolores de estomago. Ella fue quien escuchó sus primeras palabras. Si hasta “mamá” le decían. Ella no se los permitía abiertamente delante de los padres pero a escondida se reía de todo aquello. Para ella esos eran sus críos. Los que ella nunca tuvo por no dejar aquella casa. ¿Qué hubieran hecho “sus niños” si ella los hubiera abandonado...?
Las horas han pasado y este día, especialmente, ha sido largo…está muy cansada. Son las 22:00 hrs. Siente el cansancio, sus piernas están inflamadas de tanto trajinar por la casa. Ella quiere retirarse pero aún falta para que los niños jóvenes regresen de su paseo nocturno. Cuando vuelvan querrán seguramente una leche caliente.
Ella recuerda que es su cumpleaños y no tuvo ningún saludo, ni torta, ni regalo. Ella evoca las fiestas de cumpleaños en donde ella a cada uno le preparaba su torta favorita. Los ojos se le nublan porque Ramoncito está en el extranjero y el tampoco se acordó. Pero ella con su amor infinito los disculpa a todos. ¡Los niños tienen tanto que hacer como se iban a acordar de la mama Elena!.

Durante el atardecer ha llegado demasiada gente a la casa. Si hasta “la Rosa” ha venido desde su pueblo a kilómetros de allí. Ella recuerda cómo peleaban por ser elegidas para gobernar la casa. Pero la Rosa fue muy ingrata, piensa ella. La dejó con todo ese quehacer para casarse. Ella siempre dijo que quería casarse y tener su propia familia. Ella sin embargo pensó “para que quería familia si tenía los niños de esta casa…”

Habían llegado a la casa toda la parentela. Los padres ya ancianos, los hijos y los nietos. A todos los crió ella y también a los descendientes. Parece que fue ayer, recuerda ella, cuando viajo del campo a la ciudad. Ya apenas se acordaba que era una linda jovencita de quince años. ¡Bahhh! a quien le importa si total, todos los chiquillos la quieren, piensa ella y se consuela… Apenada mira su reloj. Ese que le regaló el patrón cuando cumplió 21 años. Aún lo usa aunque apenas ve los números debido a sus ojos miopes cansados por los años.

A lo lejos siente una camioneta y ve que vienen llegando más y más invitados. Pero si es su hermana Carmen y también el José grita muy preocupada. Pero, por Dios, que habrá pasado dice ella acongojada corriendo hacia la puerta. Nunca imaginó lo que realmente estaba pasando.

Después de los saludos vinieron a su encuentro Don Pedro y Doña Josefina y junto a ellos empezaron a aparecer los cuatro hijos del matrimonio “sus niños” ahora ya crecidos, con hijos y nietos algunos ya jóvenes con sus respectivas novias. Eran muchas personas las que habían pasado por aquella casa. Eran demasiado los recuerdos de toda una vida. Si a ella le parecían muy pocos años mientras sonreía hacia todos lados.

Por primera vez, en su vida ella era la festejada. Por primera vez tenía frente a ella a toda su “gran familia”, la de origen y esta gran familia que siempre la ha considerado como si fuesen sus familiares directos. Le demostraban amor y ella así lo sentía. Todas esas palabras de amor familiar la hacían sentirse compensada por tanto cansancio y sacrificio. Ella amaba y era amada. Sentía que no se había equivocado al elegir…


Todos la abrazaban y cada uno le iba entregando algún presente. Ella lloraba de alegría, no la habían olvidado sus niños. De pronto se apagó la luz y todos se le acercaron cantando el Feliz Cumpleaños, era 14 de Febrero. Día del Amor. Ella no quiso amor de hombre prefiriendo el amor a esa familia que tanto le quiere y agradece.

A la mañana siguiente estaba feliz…se sentía amada y respetada por todos…De pronto se sentó en su sillita cerca de la cocina. Era el lugar de siempre… al lado estaban sus gatos, un mate y sus recuerdos...La noche anterior había sido la más hermosa fiesta a la cual ella había asistido. La gran fiesta de cumpleaños de la “Nana Elena”.

2 comentarios:

  1. Roseanne ¡qué maravilloso cuento has escrito!¡Me ha emocionado mucho! Porque me he puesto en el lugar de esa mujer. a mí me suceden cosas parecidas ,pero gracias a Dios yo tengo mis hijos,aunque uno de ellos flleció con sólo 20 años.Yo también escribo ¡y te felicito por este maraviloso relato que has escrito!¡Un gran abrazo!

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  2. Hermoso relato, perfecto, felicito tus letras.
    Como si fuera uno de esos bellos cuentos de hadas.
    Que lindo seria que así fuera la realidad.

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